Lady Gaga es el mejor ejemplo en cuanto a marcar pautas se refiere. Gaga es sinónimo de genialidad y tendencia tanto en música con en imagen. Para Gaga todo forma parte de un mismo show. Sus propuestas son evidentemente redituables; tan atractivas que dictan tendencia en la moda mundial. El Glitter o Glam Rock –apócope de glamour– es un estilo británico de la década de los setenta que tomó como referencia el look de las prostitutas newyorkinas. Este género fue adoptado por grandes artistas como David Bowie y Marc Bolan, quienes le dieron vida y vigencia atemporal, convirtiéndolo en un eterno referente y elemento de inspiración en cuanto a estilo se refiere. Hoy en día, Adam Lambert retomó la línea musical del Glam transformándola en un sonido actual y maliciosamente atractivo que logra marcar la diferencia entre lo atrevido y lo trivial. Y es que el Glam no consiste simplemente en montarse en unas botas de vértigo y pintarse estrafalariamente, sino que implica crear un concepto general, adoptar una actitud apasionada y llevar tanto el look como la música hacia la genialidad. Beth Hart es otro ejemplo de estilo musical extremo. Su música es cruda e irreverente, y toma como inspiración el Glam Rock, el blues y el góspel, pero con un toque más impetuoso y desenfadado. Hart cuenta con la suficiente fuerza interpretativa como para estremecer a cualquiera que la escuche. Un artista debe tener como propósito permanente, tanto en look como en estilo musical, ir más allá de lo establecido y proponer constantemente. Nosotros, como escuchas y consumidores, debemos darnos a la tarea de investigar y abrirnos a nuevas propuestas y opciones musicales, arriesgarnos y aprender a disfrutar de la música con estilo. |